Era Diciembre habíamos quedado tras miles de cartas de amor en la típica estación de tren como en tantas películas sucede. De noche, con un frío que helaba más allá de los huesos.
Habíamos quedado a eso de las 22:00. Yo vivía a las afueras así que debía coger ese tren, él me esperaría con un ramo de rosas rojas en sus brazos. Nunca antes nos habíamos visto. Yo estaba nerviosa, mi estómago estaba cerrado. Sí, por fin vería sus ojos, sus labios... ¡por fin lo vería!
Llegué a la estación a las 22:05, he de decir que mi tren se retraso unos minutos. La niebla era espesa. Busqué a un hombre joven con un ramo en sus brazos, pero no lo encontraba. Pasaron los minutos y mi espera me producía impaciencia, incertidumbre... Cuando se hizo cosa así de las 23:30 pensé que no había querido venir, que realmente no me amaba o quizás no tanto como yo a él. Metí mis manos en los bolsillos del abrigo, me coloqué correctamente mi gorro de lana y anduve a solas por esas calles frecuentadas por algunos jovenzuelos. Como ya había perdido el último tren que me llevaba a casa decidí pasar esa triste noche en un hostal, propiedad de unos amigos, que me harían buen precio.
Mi corazón estaba destrozado, creí que Gabriel me amaba, esas cartas, esas palabras... No lo podía creer. Pasé la noche con sollozos y lágrimas y apenas pude dormir.
Al día siguiente, fui a tomar el desayuno, sonaban las noticias en la radio.
A un joven lo habían tiroteado esa misma noche, en él un ramo de rosas rojas con una etiqueta que decía:
Para ti, Elisabeth,
te amaré siempre
Tu eres mi princesa.
Al escuchar esto, no pude creerlo lloré hasta lo incansable y me desmayé.
Esa tarde, lo enterraban. Fui y lo ví, sus ojos cerrados, sus labios... unos labios claros, no pude evitarlo, cerré los ojos y lo besé.
Era nuestro primer beso y su corazón ya no latía. Entonces sentí un dolor en el pecho, mi corazón dejó de latir.
Mi corazón no supo hacerse a la idea de vivir sin su otra mitad.
Esa noche enterraron a esa joven, Elisabeth, junto a Gabriel.
En sus esquelas, con letras doradas:
Por que el amor en vida
no pudo unirlos.
Elisabeth y Gabriel
En el cielo se seguirán amando.
10 comentarios:
Mi niña de los ojos color miel, muy bueno este relato, enserio es magnifico, ya sabes todo lo que opino hehe pero es muy bonito. me ha encantado.
Es una pena el desenlace pero...hay amores que matan
bueno pixulina :P espero ver mas cositas de estas por aqui. Besotes en la frente! muaks
Muy bonito, es precioso.
Es triste, pero conmovedora.
Me encantan tus relatos.
Besos
Precioso post.... canela fina.
Saludos y buen fin de semana.
o dios mio!!! q triste y que bonito! q mala suerte tiene la choca no?
K buen relato. Un gusto leerte de nuevo. Saludos!!
en un mundo aparte..
alaaa, que boniitaa, me gusta mucho la historiiaa,,,
unbesiin wapaa, haber si puedo leer mas cosaas tuyas :)
Preciosisimo, la musa se puso de tu lado en esos momentos.
hola corazón..
me mata lo que escribis
sos una divina
besos...
aiii la niña
me encantan tus historias...
de verdad que sí
jeje =]
un besazOo y sigue escribiendo asi, un abrazoooo fuertísimo!
mañana nos vemos
teQuieroooo
Publicar un comentario