viernes, 7 de mayo de 2010

Para siempre...

Sin más miramiento cogió su moto roja y se marcó un destino. Su destino era él. Hacía tiempo que no se veían y ella no aguantaba más hoy era el día y punto, no habían motivos, ni explicaciones, simplemente hoy tenían que verse o ella se moría.
Se puso sus vaqueros ceñidos, una camiseta con un dibujo de una superheroina y su sudadera preferida. Cogió sus gafas de sol, su casco y uno para él. Fue al garaje y arrancó su bala roja.
Después se dirijo a su destino, el tiempo parecía pasar y no se acercaba, cada 10 metros un semáforo en rojo la paraba.
Al cabo de un rato llegó, aparcó la moto y él con sus pequeños rizos al sol la esperaba, se quito el casco, alborotó su melena rubia y lo abrazó. Se besaron y se sonrieron.
Entonces ella dijo:
+ ¿Donde quieres ir?
- Contigo donde sea - contestó él.
Ella derretida por dentro sacó el casco que le había guardado y le dijo sube.
Él pensativo pero confiado, subió con una sonrisa y cara de curiosidad. Una vez en marcha él pregunto:
- ¿Donde vamos?
+ Donde sea.
Ambos sonrieron. Ella seguía con la mirada en la carretera. Él se preguntaba donde lo llevaría.
Ella sonreía a sus adentros, desde el momento en el que había formulado la pregunta, ¿donde quieres ir?, ella ya sabía lo que él contestaría por lo que su plan salía a pedir de boca.
Lo llevó a una playa, donde sólo estaban ellos dos. Una pequeño cenador de tela blanca con iluminación cálida por velas semi cubiertas y algunas lámparas decorativas que emitían una luz anaranjada que daba al lugar sensación de paz. Bajo el cenador, una mesa preparada y dos camareros trajeados con su típica servilleta de tela blanca sobre el brazo doblado.
Muy cerca una pequeña orquesta que acababa de poner su punto mágico al lugar en el que se encontraban.
Él sorprendido, perplejo, ella sonreía satisfecha.
Aparcó la moto y de la mano y los pies descalzos anduvieron por la arena hasta llegar a ese bonito lugar.
Él la besó sin saber articular palabra, no se lo esperaba, no sabía porque.
Alrededor del cenador mil fotos suyas, con sonrisas, con lenguas fuera, haciendo el tonto, bonitas, besándose, momentos alucinantes, increíbles, momentos de sus vidas que ya habían pasado, que habían pasado juntos.
Ella dijo:
+ Siéntate cariño, vamos a cenar. -Él se sentó, su cara de atónito y con mil preguntas en su cabeza se hacía notar.
Durante la cena conversaron, rieron, se besaron, jugaban con los pies y la arena y se cogían de la mano. Una velada más que preciosa, pero él continuaba preguntándose por que. Así que finalmente le preguntó:
- Cariño, ¿Y esto? ¿A que se debe?
Ella con su sonrisa en los labios le dijo:
+ Por que te lo mereces mi amor.
- Pero.. ¿por que?
+ Por ser lo mejor de mi vida, por ser la luz de mis ojos, por serlo todo.
Él a cada palabra sentía más ganas de abrazarle y sentirla tan fuerte que quería unirse a ella para siempre.
- Yo también te quiero mi vida, dijo él.
+ Cariño, yo no sólo te quiero, sino que... que te amo.
Y ella como siempre había sido muy atípica y muy espontánea, Se acercó a su silla y de rodillas y cogiéndole una mano le dijo:
+ Quiero pasar el resto de mi vida a tu lado, sé que no puedo vivir sin ti y eres lo mejor que he conocido nunca. ¿Quieres casarte conmigo, cariño? ¿Quieres pasar el resto de tu vida a mi lado, tesoro?
Y él con lágrimas de emoción en los ojos contestó:
- Claro que quiero cariño, claro que quiero, sin duda eres la chica más maravillosa del mundo.

Esa noche se besaron más fuerte que nunca, esa noche se convirtieron en uno, para siempre...